Mi obra siempre ha girado de forma natural en torno a la experiencia humana.
Cuando pinto, me interesa capturar cómo habitamos nuestro cuerpo, cómo nos relacionamos con los demás y cómo nos conectamos con el mundo que nos rodea. En ese sentido, la conexión es una constante: aparece en gestos compartidos, pero también en momentos íntimos y silenciosos.
Estas pinturas muestran personas descansando, mirando, respirando. A veces en contacto con otros, a veces consigo mismas. El descanso, la pausa, la desnudez o simplemente sostener la mirada - todo se convierte en una forma de conexión profunda.
Conectarse con uno mismo también es una forma de conectarse con el mundo. Y confrontar al espectador se convierte en una manera de conectarlo consigo mismo y con los demás—a través del encuentro con la otredad.
Pintar, para mí, es una forma de estar presente.
Cada retrato es un intento de mirar con honestidad, de acercarse a lo que late bajo la superficie e invitar a esa misma confrontación en quien lo observa. Me interesa esa tensión entre lo visible y lo que se percibe.
Ahí es donde aparece la humanidad - y con ella, la conexión. Porque cuando miramos al otro, también nos miramos a nosotros mismos. Y quizás, en ese intercambio de miradas, algo se reconoce, algo se abraza, algo se sana.
Ale Casanavo